-y no ha visto a la compañera esme?
-sí, antier la vi, y fui con ella al periódico pero no lo vi, ¿estaba ahí, o se avía ido a echar un coyotito?
-¿a qué hora fue?
-mm no sé. Como a las 7 y algo, casi a las 8.
-uy no amiga, todavía no llegaba, llegue tarde.
-mmm… no pues ta’bien, ¿y qué hace?
-nada aquí nomas pasándola como siempre ya sabe como soy yo, jajaja.
-ya póngase a trabajar don Eleazar, que los 930 anuncios lo están esperando.
-nombre amiga ¿pa’que? Que trabajen otros, yo voy a medio barrer para que no me diga nada la jefecita.
-Asenat siéntate- te escuche llorar mi estimada al otro lado del teléfono, no era la misma voz que siempre me hablaba, apenas podía distinguirla - apenas ayer nos vimos, nos iba a ayudar con una columna era muy bueno el Bro, pero ni modo se nos adelanto, lo voy a extrañar, creo que ya lo extraño- varios silencios con segundos contados entre palabra y palabra se hicieron notar.-se nos fue el Bro-
-Ay amiga Asenat ya no la haga enojar...
-¿a quién? ¿A la chivis? Nombre, no pasa nada don Eleazar.
-le van a salir canas verdes a la amiga de tanto que la hace pasar corajes, ya hágale caso.
-no le pasa nada, ya lleva dos años aquí que mas podría pasarle, que se espere tantito que estoy platicando con usted, déjela que chatee a gusto.
-ay amiga, que tremenda es. El día que se valla de vacaciones la verdad que si la voy a extrañar, ¿quién va a venir a platicar conmigo?
-ahí esta vale, la chivis o pone a cantar a Rubén que se eche acá, unas guapachosas, o quien quite para aquel entonces ya hable cachetes, nomas se la pasa ladrando el guey, no sirve pa`nada, bueno nomas para que vale haga corajes.
-ja ja ja ay amiga, de veras con usted, nomas me hace reír…
-pues para que no se aburra… déjeme ir a molestar a los de adentro.
-¿me puedes marcar a mi casa?
-¿Asenat, es para mí el mensaje de que si te puedo marcar a tu casa?
-si, por favor vale.
-no me digas eso…
-pues sí, me acaban de avisar…
-¿me puedes marcar a mi casa? mi cel. Se muere de las dos formas…
-si me llego un mensaje de vale, pero no le entiendo, ¿qué paso…?
-oiga amiga Asenat, ¿le puedo hacer una pregunta?
-a ver desembuche
- amiga, ¿porque no se casa?
-jajaja nombre don Eleazar ¿para qué? Eso es cosa del diablo.
-nombre amiga enserio, yo creo que lo que le hace falta es casarse, tener acá un vato que le haga compañía.
-uy no don Eleazar vengo saliendo de un martirio que me costó mucho, y a lo mejor no exista alguien para mí, o no lo he encontrado.
-pues no busque, ahí está el vale disponible.
-jajaja ay don Eleazar no como cree, pobre vale, a la primera semana me correría de la casa de una patada.
-nombre amiga, yo decía lo mismo y míreme tanto tiempo casado, nombre mi mujer sí que me ha aguantado.
Bajo los árboles estaba ella, llorando, sus palabras no se entendían por los gritos que salían desde no se qué tan adentro de ella, solo Dios sabia que tan fuerte era su dolor, pero tuvo la fuerza para ponerme una barrera que impidió que cruzara la calle, su No, dolientemente fuerte hiso que regresara dos cuadras atrás.
-Dejen las puertas abiertas que se salga el olor.
-pues si huele a alcohol, pero pues es el perfume, ¿no ves que viene preparado para la noche?
-no pues sí, y ¿a dónde vamos a ir a cenar?
-no sé, vale y don Eleazar ya se salieron luego vemos...
Volví a regresar, seguía sin poder cruzar la calle, ella seguía en el mismo lugar, el alcohol en el borde de su nariz la mantenía viva, el líquido frio recorría su frente y su nuca. Por fin se paro en dirección que ella conocía perfectamente solo tenía un punto a donde llegar, pude acércame pero ni siquiera me oyó y es posible que ni siquiera me hubiera notado, era un momento en el que no había tiempo de presentaciones, el soy tal, y el mucho gusto, no eran propios para ese momento. Pero al menos después de una hora pude llegar, es más, logre entrar. Una luz roja cegó mi mirada hacia todo lo demás.
-sabe amiga, usted me recuerda mucho a mi niño, el chiquillo.
-¿así? ¿Porque?
-pues es que es como usted, aunque ande enfermito siempre esta sonriendo y de un lado para otro, a veces ni parece que anda enfermo, muchos se ríen de mi cuando les digo que Dios me dio a mis hijos, y no nada más me los presto como a todos, Dios en un sueño me dijo, mira Eleazar, estos son tus hijos, si le he contado ¿cuánto batallamos mi mujer y yo para tener hijos verdad?
-si don Eleazar, me ha contado la historia como 5 veces.
Llevaba una gorra para atrás, estaba casi segura que era él, yo estaba sentada detrás de una puerta de cristal que dejaba ver directamente el pasillo que llegaba hasta ese punto donde podía ver todo lo que pasaba. Él entro, se quedo parado frente a la foto recortada por la mitad, logro cubrirme un poco de esa luz roja, era pequeño como para alcanzar aquella caja pero aun así logro abrazarla.
-¿y que era tuyo?- La voz de una señora sentada a mi lado logro desviar mi atención.
-¿perdón?
-Eleazar, ¿que era tuyo?
-pues… Trabajamos un tiempo juntos y nos llevábamos muy bien, apenas ayer le mande saludos con una compañera que esta allá adentro con otros chavos, desde que me salí de trabajar, jamás le había mandado saludos hasta apenas ayer, no sé si se los habrán dado, pero espero que sí, eran los primeros saludos después de casi dos meses.
-como Dios te avisa las cosas, ¿verdad?
-¿cómo?
-pues un rato antes le habías mandado saludos, ¿cómo se iba a saber una desgracia así?
No le pude contestar, la luz roja estaba robando toda mi atención, iluminando al niño que seguía abrazando y llorándole a su padre.
-y, ¿están sus compañeros adentro?
-¿mande?
-¿los del trabajo?
-sí, de aquí veo el tacón de una de las chavas, sus zapatos son inconfundibles.
-¿y no vas a entrar?
-pues… (No podía decirle que tan cobarde era como para haberme quedado todo el tiempo fuera), y usted, ¿es familiar?
-soy la no sé que, de no sé cómo y no sé cuándo...
No le logre entender nada, ella siguió hablando por un buen rato, mientras la luz roja seguía dentro del primer plano y aquel niño no se lograba soltar.
-era un muy buen hombre, y Eleazar te había hablado de Dios?
-si señora, muchas veces, con permiso señora, mucho gusto iré tantito afuera.
-ya don Eleazar, vallase por el pollo asado o por los chicharrones de pescado, y ya que anda por ay, se trae el seis o la caguama. Así en caliente...
-Amiga, pero yo no le hago a eso.
-pero no es para usted, es pa’mi y si me sobra, pa’ la chivis.
-a bueno entonces sí, yo iré por mi coca.
-ya no tome tanta coca, hace daño mejor tome agua.
-nombre amiga con el agua me oxido, mejor una coca aunque sea de a litro.
El café se estaba agotando, eran los niños los que se lo estaban tomando, el agua del garrafón era menos de la mitad y la fila se estaba haciendo grande, me volví a sentar en el mismo lugar esperando por mi conito de agua. El niño ya no estaba, pero la luz roja seguía dibujando su forma en mi mente.
-yo soy la media hermana. -Voltee e ver a la mujer de al lado que minutos antes había ayudado a abrir la puerta.
-¿la media hermana de quien?
-de la esposa.
-a ok, pues yo trabaje un tiempo con él y nos llevábamos muy bien- por un momento pensé que iba a repetir las mismas palabras así, que me quede callada.
-era muy trabajador, y muy bueno, quería mucho a mi niña.
-¿la bebe es suya?
-sí.
-es muy bonita.
Entre la luz roja que no parpadeaba, y el tacón que se movía de arriba abajo
Como un sonido de tic tac, y que daba exactamente en una orilla del cojín color mostaza donde el niño se había recargado a llorar, se escuchaban las versiones de los hechos, y sobre todo, esa frase de, era un buen hombre.
-no amiga, a mi no me gustan los funerales, se me hace que al único que al que voy a ir será al mío y muy a fuerzas.
-ay don Eleazar, pues, a mí tampoco me gustan, siempre he sentido que las personas no se van por completo.
-así es amiga, siempre están ahí, a un lado.
Los periódicos dijeron que fue la electricidad, un señor que esperaba su conito de agua dijo que fue el golpe, la de al lado que fue el fuego y que la caja estaba sellada pero que no estabas dentro, yo espero que sí, porque si no ¿a quién abrazo y le lloro el niño?, solo Dios sabe. Pero todos al final decían, fue un buen hombre. Eres de las pocas personas que desde antes de que te fueras ya todos lo decían.
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