Y era que la Cata y el Poncho por fin se casaban, sus padres habían planeado la boda desde que Poncho tenia año y medio y la cata aun no nacía.
-Ahora que está con carga comadre, más le vale que sea chamaca, pa´que así estemos bien emparentados, ¿o no le gustaría, compadre?
-Claro que si, compadre, ya de eso me encargué yo, y le garantizo que mi vieja no va a fallar.
Eran las 2:15 de la mañana las mujeres empezaron a levantarse para matar los 22 pollos, los 15 guajolotes y las dos vacas que habían reservado desde hace ya un buen tiempo; el gallo esa noche por luto de su género no había cantado. Las cazuelas de barro empezaban a hacer fila para pasar por la lumbre y derretir los kilos y kilos de mole que las abuelas habían preparado. Los adornos de florecitas empatadas con conitos de plástico y popotes se empezaron a colgar por el patio formando un gran kiosco blanco, los globos y las serpentinas hacían un segundo cielo en lo alto.
-¿Ya cuánto tiene, comadre?
-Pues calculándole ya van como pal cuarto mes, se siente su nuera cada vez más aquí en mi panza.
Las vacas daban el ultimo muu de su vida; mientras las burbujas del mole en las cazuelas reventaban en su hervor, su olor se extendía por casi todo su alrededor; los pollos y los guajolotes ya se bañaban por partes dentro de las cazuelas, se empezaron a acomodar las mesas, los adornos de cisnes de unicel y los servilleteros con encaje blanco yacían en su centro; las sillas con moño blanco en el respaldo hacían que se vieran espectacular; se había dejando en el centro una gran pista de baile, en la que habían barrido para quitar todas las piedras y hacer más plano el suelo, ya eran alrededor de las seis de la mañana.
-Sabe que creo, que mi chamaco va a ser buen marido para su hija, desde ahorita se le nota lo Torres, salió igualito a su padre.
-Pues espero que mi’ja no salga como su madre, porque ya ve, de repente piensa que se manda sola la condenada, como si no hubiera un hombre en la casa.
-Sí, es lo malo de las viejas, pero qué le hace uno compadre, uno es hombre y en algo tiene uno que descargarse cuando andamos acá con la urgencia, aunque luego nos salgan con su domingo siete.
-Así es compadre, pero no se apure yo me encargo que mi chamaca sea mujer digna para su chamaco.
Varias mesas con el nombre de carta blanca estaban empatadas para formar una sola, un mantel blanco con encajes lo cubría, tres pisos de pastel con florecitas estaba en el centro y en lo alto, un novio y una novia pisaban lo dulce y blanco del merengue, las mujeres terminaban de guisar el mole y el arroz, siete mujeres encargadas de las tortillas amasaban y hacían bolitas de masa para aplastarlas y ponerlas al comal.
-Pues lo bueno que la Cata y el Poncho ya por fin se casan, ya era hora, porque capaz y luego se le pase el tiempo a la Cata, o no lo creen.
-A mí me contaron que se casan porque el Poncho y la Cata pues...ya saben se iban allá por el monte cuando nadie los veía.
-Sí, yo una vez los vi, y además me entere, que los papás de la muchacha ya querían que se la llevara el chamaco.
-Pues a mí me dijeron que el Poncho ya no se quería casar, que la primera vez que se fueron pal monte, el Poncho regreso todo asustado, y que no le hablo a la Cata como por un mes, hasta que lo volvieron a convencer de que saliera con ella, y después ni quien los separara, quién sabe que habrá pasado aquella vez, que el chamaco venía hasta verde del susto, bueno eso me dijeron.
Los músicos empezaron a llegar; un camión con un letrero pintado los anunciaba, “Los rítmicos del sur”, una batería, una guitarra, un acordeón, y un bajo sexto bajaban de las manos de unos hombres gordos con trajes plateados y lentejuelas rojas. La gente se empezaba a amontonar por todos lados, los detalles de último minuto se terminaban de solucionar, dentro de la casa una figura de mujer con un vestido blanco lleno de encajes y una cola larga bordada a mano con formas de flores, sólo su madre la acompañaba. Las puertas con candado hacían de la novia como si fuera un tesoro dentro del cofre, en el otro cuarto el novio se terminaba de poner la corbata de rayas que su padre le había regalado, un traje negro perfectamente planchado hacia juego con sus zapatos que brillaban por lo nuevos que estaban.
-Ay, compadre, esta chamaca como se mueve, de día y de noche, vaya uste a creer que no me deja dormir ni un solo momento, yo creo que cuando salga de mi barriga es cuando se pondrá tranquila.
Salió la novia, el cura los esperaba frente a una mesa llena de regalos, ella parecía una princesa, con el rostro cubierto por un velo de encaje y piedritas blancas, los padres de la novia miraban al cielo dando gracias por la unión de su hija, el novio tomaba de la mano a su futura mujer y le regalaba un beso sonrojándose ante la mirada de su padre que orgullosamente entregaba a su hijo para que se convirtiera en el gran hombre que siempre soñó, un acepto por cada uno selló sus vidas ante los ojos de sus invitados.
-Ahora sí, se le sale la chamaca a la comadre, háblele a doña Toña pa`que le venga a ayudar.
-Doña Toña no esta, se fue a la ciudad a visitar a su hijo regresa en una semana, no se apure compadre, yo le ayudo a mi mujer, será la primera, pero no será mi única cría.
-Compadre uste es un macho, los machitos no hacemos esas cosas, espérese a que venga una vieja a hacer eso.
-Pero que no oye los gritos de mi vieja, esta que se le sale la cría, no se apure compadre ya veré como le hago.
-Puja vieja, puja vieja, un poco mas y sale la chamaca, ándale, no te agüites, échala pa fuera, afuera esta el compadre y ya quiere ver a la nuera. Con esta chamaca me prometió unas tierras pa que yo las trabaje, además el pagara la boda completa, ándale vieja, pújale.
-Hay va viejo…, hay va,…cáchala viejo,…cáchala, no se vaya a ir pal suelo,…hay va viejo… ora si hay va.
-¡A chinga…., a chinga…, a chinga…!.
-¿Que paso viejo?.
-¡A caray, caray!.
-Viejo no me espantes, ¿qué pasa?.
-Ya nos chingamos vieja, es machito, ¡maldita sea….mis tierras!.
-Que dices viejo, fíjate bien, no te haigas equivocado.
-Como me voy a equivocar, o es machito o tiene tres piernas…pero sin dedos, vieja ¿cómo pudiste fallar?… ¡maldita sea…mis tierras!.
-Ay, viejo, y ahora que vamos a hacer, el compadre se va a enojar.
-No te apures vieja, tú no digas nada, nadie se tiene que enterar que nació un machito.
-Pero si se le va anotar, como le tapamos su…no se va a poder viejo.
-Tu cállate mujer, que si nadie se entera en unos años pos…habrá bodorrio.
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