9:58 de la noche. Es hermosa, puedo ver sus lentejuelas porque la luz de un farol en la esquina las ilumina. La luz del semáforo en rojo, el retrovisor me la señala, con esos tacones sin duda es más alta que yo, recargada hacia un hombro desnudo sobre la pared de ladrillos, un escote que le puedo ver hasta el ombligo y un poco más, su rostro brilla un escarchado brillante, recuerdo las hojuelas de mi abuela y el azúcar derramándose desde los dedos de ella y brincando a todos lados, pero ella no sabe a hojuela, eso esta claro. Luz verde, el claxon del coche de atrás me hace el aviso, avanzo, ella se va alejando tras la velocidad de mis ruedas y desaparece. Llegaré a mi casa, nadie me espera, no habrá leche, no habrá pan, la gata de la vecina anda en celo por lo tanto mi gato andará tras ella, entonces, tampoco habrá gato, quiero volver, no puedo, ¿llevármela a casa? No tengo dinero, si acaso 80 pesos para los seis cilindros del carro, no hay dinero, pero quiero volver, ella preguntará cuánto traigo y no sabré que contestar.
10:58 sigo estacionado una cuadra antes de su cuerpo, los coches pasan y ella permanece ahí. ¿Cobrara muy caro? Es hermosa, aunque si no tuviera esa grasa que se nota hasta donde yo estoy quizá ya no estuviera ahí, no está impaciente, debería estarlo, si no trabaja hoy, ¿cómo pagara la renta? ¿O tendrá casa propia? Esta mañana leí mi horóscopo en una revista publicada hace ocho meses, no sé si aun funcione lo que leí, decía que encontraría el amor verdadero, que el amor de mi vida estaría cerca, estoy a una cuadra de ella, no se si a eso se refiera lo de cerca, también decía que me vistiera de verde que era mi color del día, traigo una camisa azul, espero que no sea tan importante. La mujer de naranja a su lado se va, un carro gris acaba de abordarla, no fue tan difícil convencerla, es la mitad de grueso que ella, entonces yo creo que cobrará más barato, movió su mano en forma de circulo para señalarle un “ahorita vuelvo” y ella movió la cabeza para decir sí.
11:58 ni siquiera sabe que estoy aquí, no ha volteado a ver para este lado, empiezo a tocar la palanca de mi carro, la acaricio, y a ella la observo, acaricio la palanca de arriba para abajo, de abajo para arriba y la observo, mi respiración se vuelve más rápida, aprieto la palanca mientras observo sus piernas gordas, celulíticas, y esos pechos que casi cubren su ombligo por lo colgado que están. Mis manos ya están sudando por el plástico de la palanca, el plástico es verde quizás me traiga suerte.
12:58 una vuelta, dos vueltas, tres vueltas a la cuadra y me estaciono frente a ella, bajo el cristal y la veo a los ojos, se acerca, estoy sudando, me pregunta si me puede servir en algo, cómo le digo que es el amor de mi vida, que en mi horóscopo decía que la alineación de los planetas está a mi favor, ¿cómo le digo que lo que leí se está volviendo realidad? Me pregunta cuánto traigo; saco la cartera pero no la abro, está gruesa, he recortado la parte de atrás de las cajetillas de cerillos por algún tiempo, traen las pinturas de Dalí, de Van Gogh, de Frida y de Picasso, la mitad son repetidas y las he guardado ahí, ella sonríe y sube al carro, yo vuelvo a guardar la cartera. Conduzco en dirección a mi casa, voltea a verme a cada minuto, yo fijo mi mirada al frente, mis manos aprietan el volante no quiero tocar la palanca, después de lo que le hice ahora me da asco, me pregunta si vivo lejos, muevo la cabeza para decirle que no. Qué bueno que no llueve, eso volvería la situación una escena común, como en las películas. Ni siquiera traigo radio, espero que no se desespere por el silencio al que me limito, hace dos días leí en el horóscopo del periódico que esta semana la música me desconcentraría de mis labores intelectuales, así que decidí quitar el radio, aunque como quiera no servía.
1:58 le abro la puerta del edificio, se conduce al ascensor y yo pongo un pie al principio de las escaleras y se me queda viendo, me pregunta si sirve y muevo la cabeza para decirle que no, se me adelanta tres escalones, el final de su falda y el inicio de sus piernas quedan justo en mi cara, primer piso, se queda parada para ver si hemos llegado, yo sigo caminando, se vuelve a adelantar los tres escalones, segundo piso, se detiene, yo sigo caminando, tres escalones más, mis ojos siguen viéndole la falda, tercer piso, se detiene y me mira, me pregunta si falta mucho, yo muevo la cabeza para decirle que no, tres escalones más, cuarto piso me detengo, sigue caminando, voltea cuando deja de escuchar mis pasos y se regresa, departamento ocho. Le abro la puerta, entra y voltea a ver de piso a techo, el gato no está.
2:58 me pregunta qué me gusta, la observo de arriba abajo, se sienta en la esquina de mi cama y se dobla para quitarse los tacones que lleva puestos, puedo ver ese abdomen que se dobla dos veces y hace una especie de hamburguesa doble, me siento en el sillón que esta frente a la cama, el gato hace ruidos en el callejón, hace unos días leí en mi horóscopo que las relaciones sentimentales y sexuales me mantendrían contento, pero no ha funcionado para mí, yo creo que mi gato ha de ser del mismo signo que yo… y a él sí le funcionó. Nunca he visto leer el horóscopo al gato. Se ha recostado diciéndome, “a la hora que quieras papi, trabajo por tiempo no por cogida”, saca de su bolsa paquetitos de colores, “qué color prefieres” me pregunta, le señalo el verde, es mi color por este día. Se queda dormida esperándome que llegue a ella, me levanto sin hacer ruido, doy un paso por cada ronquido que da y me acuesto lo más cerca de ella, pero solo para ver el techo.
3:58 la veo dormir, sus ojos cerrados, su mente abierta a no sé qué sueños, no sueña conmigo eso lo sé, quiero besarla quiero sentir esos labios chuecos, besar su cuello, penetrar donde más huele a mujer, su piel resistiendo a agrietarse me provoca, me incita a tocar cada parte de ella, las montañas de su cuerpo me gritan que la bese y yo tengo que resistirme, sólo las sábanas la tocan y su cuerpo a medio metro me emociona, veo su piel desnuda bajo esa ropa vieja, qué bueno que está dormida y no puede ver el temblar de mis labios, ni el sudor de mis manos y de otras partes de mí, qué hermosas piernas tiene, no la conducen a mí, ni modo, no puedo tocarla…y yo…ni siquiera me atrevo a tocarme…
4:58 sigue dormida, entre sus dientes hay una ventana y deja escapar la saliva para mojar mi almohada, yo sigo viendo la grietas de mi techo, necesita pintura, pero no hay dinero, llega mi gato a casa, se le nota complacido y cansado, habrá pasado una buena noche, y yo, ¡maldita sea! sigo viendo las grietas de mi techo, si le hago el desayuno ¿que pensaras de mí? Me gustaría hacerle hojuelas y simular ese escarchado brillante, mejor me hago el dormido, ¿cómo le pagaré? No creo que quiera las tarjetitas de Dalí, ¿quien paga con arte? Sólo los malditos muertos que pagan sus deudas y se vuelven ricos cuando ya se han ido.
5:58 ella despierta de nuevo estoy en el sillón observándola, se limpia lo mojado de su boca con mi sábana y me pregunta la hora, no tengo reloj, el que cuelga en la pared todo el tiempo marca las ocho pero no tiene la manecilla de los minutos, me pide que le pague, le ofrezco de desayunar deseando que diga que no, el refrigerador esta vacío, se empieza a enojar, se levanta y grita mientras se pone de nuevo sus tacones, vuelvo a ver esa hamburguesa doble que no me pude cenar, le entrego la cartera y me la avienta a la cara saltando Van Gogh y Frida por los aires, está claro que no le importa el arte, ¿a quién le puede importar el arte? Solo a los que no tienen que preocuparse por pagar la renta. Me volteo y me dirijo al ropero, tengo que pagarle como todo en esta vida. Saco el anillo de bodas de mi madre, se lo daré y le pediré que se case conmigo. Hace unos días leí en el horóscopo que pronto encontraría a la persona con quien viviría por el resto de mi vida, qué suerte que sea hoy.
6:58 el cuchillo atraviesa mi espalda, ¿por qué te di la espalda? sólo fui a buscar el anillo de mi madre para dárselo, mis rodillas se doblan, un pulmón atravesado hace que el aire se me salga por la espalda, aprieto el anillo de mi madre que tengo en la mano, se empieza a incrustar en el centro de la línea de la vida, esa que dicen que tenemos en la palma y que era la que más larga tenía, hace un tiempo fui a que me leyeran la mano, me dijeron que viviría muchos años, creo que me estafaron aquella vez. Ocho segundos más, el aire se ha escapado, ella salió por la ventana y la ha dejado abierta, el sol cae directamente en el suelo y se refleja en mi cara, ¡maldita mujer! debí haberle dicho que soy alérgico al sol. El gato vuelve a salir por la ventana y hace ruidos con la gata en el callejón, ayer le puse la playera que le quité a un oso de peluche que me encontré en la calle, hacia frió y no quería que se enfermara el gato, era una playera verde con el ocho en la espalda, recibí varios rasguños al ponérsela porque le quedaba muy ajustada.
6:59 leí en una revista que el ocho es mi número de la suerte. Hoy... debí haberme puesto una camisa verde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario