Te leí
por última vez todas las cartas que te escribí
Antes de
echarlas a la basura y prenderles fuego.
Ahora
comprendo que nunca te lloré lo suficiente.
O bien;
siendo sincera, nunca te lloré.
Nadie me
explicó que significaba tu ausencia,
Total;
eso no era cosa de niños…
Te
escribí tanto para no llorarte nada.
Y en noches
como esta en las que creo que te necesito
Me doy
cuenta que no se lidiar con el asunto de la muerte.
No hay
estrellas esta noche abuela,
Pero sé
que detrás de ese cielo oscuro
Pones tus
manos sobre tus mejillas
Alegrándote
de que te lea este fragmento de la biblia,
Y a tu
lado ese perico viejo me ve con compasión.