domingo, 27 de julio de 2008

Fuera del pueblo...de Asenat

-Me fui del pueblo no porque quisiera, si no porque no había de otra, no pude voltear, no porque no quisiera, sino porque según no debía, siempre quise regresar, y no lo hice no porque no quisiera, sino porque no podía.
-Era su tierra, se hubiera quedado.
-No me quede no porque no quisiera, sino porque si me quedaba, era segura mi muerte…


-No era tan noche como muchos hubieran querido, ni tan frió como para pedir quedarme, pedir perdón resultaba imperdonable para mi, después de todo yo ni culpa tenía, el caballo trotaba sabiendo más que yo, que pasaríamos hambre ni siquiera un pedazo de pan me dejaron sacar de mi casa, quién sabe quién se habrá apañado a mi esposa y no me extrañaría que no pasaran ni dos días de mi ausencia, ella siempre fue una cualquiera. Todas las causas me señalaban a mí como si fuera el único hombre en la tierra, hasta sentí como si Dios me echara la culpa, pero a él ni quien le pueda decir nada, yo siempre fui un hombre muy devoto hasta que me sentí abandonado y lejos de su misericordia.
La gente gritaba con machete en mano, la mujer a la que le bautice un hijo me gritaba perro maldito, el hombre que tenia una tienda y que le quede a deber el pan y el aceite me aventó una piedra y me dio justo abajo del orgullo, orgullo, así le llamamos allá en mi tierra, nacer hombre era un orgullo.
No supe bien que pasó, me arrastraban como se arrastra un perro muerto, pero de esos perros que nadie quiere y que todo el mundo desea su muerte. No crea, si me espante, el miedo yo no lo conocía, solo eran cuentos para mí, pero ese día, de golpe, así nomás de golpe supe lo que era y jamás se me olvido.
Empezaron a tocar las campanas de la iglesia justo media hora antes de empezar la misa de las seis, la gente salio corriendo de sus casas pa ver que pasaba, la última vez que tocaron las campanas antes de la hora fue hace muchos años pa avisar que el rió se estaba desbordando, solo sirvió pa que la gente rezara un poco antes de irse para el otro mundo, casi nadie se salvo, pero esa es otra historia. Pues ya se imaginara, cuando a la gente se le presenta algo nuevo se vuelven como bestias de monte atrapadas en una jaula, y así paso, tocaron las campanas y la gente se volvió loca, todos empezaron a buscarme cargando todo lo que pescaran a su paso, yo como cada sábado estaba en la cantina y ya andaba medio atarantado, allá el pisto es fuerte, se dice que solo toman los que verdaderamente son hombres y sabrá que no estamos pa que duden de uno, pues ya andaba pasado.
Me gritaron desde afuera, ¡Florencio, sal de ahí Florencio! ¡Sabemos que estas ahí cabrón, si no sales entramos por ti! Yo salí con el pulque casi saliéndose del vaso, sin duda era yo, no había otro Florencio en el pueblo, ¿pa que soy bueno? les pregunte, ¿porque tanto grito? ¡Te cargo la chingada Florencio, por pendejo, solo un pendejo hace lo que hiciste tú, termina de salir o te damos de plomazos!.
Me espante un poco no le digo que no, pero más era mi apuro de terminarme el trago, así que le di pal fondo y avente el vaso aun lado, ahora si les dije, que chingaos les pasa, porque tanto alboroto, y no le miento, me miraban como si yo fuera el mismito diablo, pero no con miedo, sino con puro odio, ni me dejaron terminar de hablar, me agarraron dos hombres para darme una paliza, pero paliza de aquellas, todos gritaban ¡mátenlo, maten a ese maldito perro! Más gritaban las viejas, que con una mano agarraban al crío y con la otra me aventaban piedras, ya se imaginara, borracho y luego madreado que podía hacer uno, me llevaron hasta la iglesia y me aventaron encima de un hombre muerto…, era el cura, el cura del pueblo estaba muerto, cuando le vi el plomazo que le habían metido en la nuca se me bajo la borrachera de trancazo, un cabrón que siempre se revolcaba con mi mujer me señalo a mí como el culpable, dijo que entre a la iglesia ya estando pedo, y sin decir agua va le metí el plomazo al curita, ese cabrón ya me traía ganas, pero le juro por mi madre que esta en el cielo que yo no lo hice, pero el tenia buena reputación en el pueblo y aunque se parchara a mi mujer cuando quería tenia todas las de ganar. Me sacaron a golpes de la iglesia, me amarraron a un caballo y al caballo le amarraron una víbora en la pata, pa que se asustara el animal y saliera echo la mocha; me dijeron que no querían volver a verme, que si me acercaba al pueblo no habría plomazos que esquivara, y me echaron pal monte, me las vi negras unos días tratando de que el animal no se fuera a regresar, ve que los caballos regresan siempre de donde vienen y yo amarrado no lo podía controlar, hasta que pare dos pueblos adelante que el mío y me desataron, ya no podía regresar, con la palabra de la gente de pueblo no se puede jugar, así que me hice a la idea que no regresaría nunca, los chamacos que mantenía nunca supe si eran míos, ninguno se parecía a mi, y mi mujer le aseguro que nunca me extraño. Y uste pa donde va.
-Voy para pueblo de los Alcatraces, soy escritor, y me dijeron que allá hay muchas historias que contar.
-No lo dudo, espero que le cuenten la historia del cura, pero no se deje engañar, la verdad ya la conoce, y si puede decirles algo, dígales que don Florencio no ha muerto, y que me fui del pueblo no porque quisiera si no porque no había de otra, ya pasaron más de cuarenta años, pero a un pueblo cuando le matan a un cura, ni pasando mil años se perdona su muerte.
-Fue un placer conocerlo.
-Ya vete chamaco, no tomes pulque, que a un borracho es más fácil cargarle el muerto, y si pasas por aquí otra vez, cuéntame que nuevas historias se han creado, te aseguro que soy todo un personaje.
-¿Por qué no regresa conmigo?.-No regreso no porque no quiera, solo que si regreso todavía es segura mi muerte, solo diles que don Florencio no ha muerto, y si te preguntan donde estoy, diles que me viste e

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