La mantequilla atraviesa por en medio de los corredores entrelazados como laberintos y obstaculizan los pasos al andar, creo que fue ayer cuando se quebró solo el espejo….
La impavidez de mis ideas ahora duerme todo el día, me pregunto si ahora se dan cuenta de la realidad o simplemente me envidian esa tranquilidad en la que no me es permitida entrar.
Es culpa mía pararme bajo un árbol de manzanas, cuando las idiotas manzanas están diabólicamente maduras y yo que quería leer El Principito.
Odio que el tren haga chuchu chuchu tan fuerte porque no se taparme los oídos y el vocho que compre nunca tuvo claxon, poco a poco me he acostumbrado a no ser escuchada, pero sí a ver al retrovisor como mi ángel guardián.
Las paredes y el techo de guata resguardan más seguidos mis días que deben ser de oficio, en ese momento en que llega el coco y el monstruo del armario hace fiesta con el que duerme bajo mi cama, nunca les ha importado que los medio moje, mientras medio lloro, total, yo ni ruido hago. Odio las cápsulas que me tomo y hacen buuu dentro de mi estómago, ¡Miedo te odio tanto!.
Hoy el espejo se ha pegado solo y se colgó a un lado de la bañera donde está prohibida el agua, no vaya a ser que por un “descuido” caiga y las sirenas no me dejen salir. Me vi como si me conociera, con esos lentes oscuros para no ver más de lo que quisiera saber, me di cuenta que mi cuerpo con unos grandes y oscuros lentes es simplemente, exacto.