Un gran chile relleno parecía contonearse como bailarina de cabaret sobre el plato, bañado con una tela transparente que dejaban ver lo blanco de su centro y pareciendo seducir al comensal que observándolo con gran deleite sonreía.
Unos dedos gordos y callosos partieron en dos al chile que dejaba salir lentamente el queso medio añejo pero perfectamente derretido, la tortilla ocupando el lugar de la servilleta y en medio de la acción una risa picarona se dejo oír intentando pasar desapercibida.
Sin quitarse el sombrero partía la tortilla tomando un puñado de arroz y se la llevaba a la boca, su mal peinado bigote se movía tocando un poco más abajo de su barbilla, pareciendo que por cada movimiento se le fuera a caer, llegando a parecer falso.
La cerveza vacía quedó al lado del licuado hecho de uvas rojas sin semilla, plátano y naranja, receta robada de la página: mi cuerpo perfecto.com y de los hot cakes adornados con fresas y kiwi formando una carita feliz y en su centro una cereza simulaba la nariz roja de un payaso.
Limpiando el gran mostacho y sacudiéndolo de un lado a otro se levantó acomodándose la camisa dorada donde se dibujaba una brillante Virgen de Guadalupe, se paró en la puerta y guiñando el ojo se despidió de su pareja, quien rascándose la barba y cubriéndose la corbata con el delantal amarillo, cuidaba de no mancharse.